“Mi novio se ha intentado suicidar”, dijo ella al avisar a
la Policía. A las pocas horas, tras varias contradicciones y ver los resultados
de la autopsia, la mujer, de 34 años, fue detenida por matar a su pareja.
Ocurrió en Madrid el pasado mes de junio y es uno de los pocos casos que se han
conocido este año de hombres asesinados a manos de mujeres con las que
mantenían una relación. Son pocos, pero también víctimas.
En 2011 siete hombres murieron a manos de sus parejas o
exparejas, según los datos del informe sobre violencia doméstica del Consejo
General del Poder Judicial. Los agresores fueron cinco mujeres y dos hombres.
Este tipo de maltrato se engloba dentro de la llamada
violencia doméstica. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística casi
un 25% de las denuncias de violencia doméstica de 2011 corresponde a hombres
maltratados por sus parejas. Del total de 5.632 personas denunciadas por
violencia doméstica, el 76,2% fueron hombres y un 23,8% mujeres, es decir, no
son tan pocos.
Muchas de las mujeres que maltratan han sufrido violencia
previamente
“Muchas de las mujeres que maltratan a sus parejas han
sufrido violencia a lo largo de su infancia y/o por parte de sus parejas. El
número de casos de mujeres que ejercen la violencia sin haberla recibido
previamente es menor al de los hombres”, explica Iñaki Lajud, psicólogo de la
Fundación Aspacia, dedicada a eliminar la violencia, proteger a las víctimas y
promover la igualdad.
“No podía creer que mi mujer me hiciera tanto daño”
Rafael es madrileño, tiene 51 años y estuvo casado durante
más de 18 con la que creía la mujer de su vida. Es el único que ha querido
contar abiertamente su caso a RTVE.es. “Al poco tiempo de casarme, todo
cambió”, empieza su relato.
Cuenta su historia entre el llanto y la rabia y reconoce que
no era consciente de ser un hombre maltratado ya que no podía imaginar que la
mujer de la que se enamoró fuera capaz de hacerle tanto daño.
Llegó a pegarme y me arañó la cara
“Yo he sido maltratado psicológicamente y también
físicamente. Mi mujer me hacía responsable de todos sus problemas, me hacía
sentir culpable e incluso llegó a pegarme un par de veces, de lo cual yo no me
defendí, claro”, explica Rafael a RTVE.es. “Me gritaba delante de los vecinos
en plena calle, me humillaba en público y yo no sabía cómo reaccionar”,
reconoce.
“Un día ella me empezó a arañar la cara y yo le dije a mi
cuñado -que vivía con nosotros- que bajara rápido porque no sabía en qué iba a
acabar eso. Puso a mi familia en mi contra y me anuló como persona”, explica.
He llorado muchísimo, así no se puede vivir
Rafael no tuvo la valentía de denunciar a su mujer hasta que
se separó. Ahora se arrepiente de no haberse dado cuenta antes. “Estoy con
problemas psicológicos y de ansiedad. He llorado muchísimo, así no se puede
vivir”, concluye su testimonio.
Una violencia más silenciosa
Del informe del CGPJ sobre violencia doméstica se desprenden
algunos datos sobre el perfil del hombre maltratado. Ninguno de los asesinados
por sus parejas puso denuncia, tenían una edad media de 44 años (en 2010 fue de
42 años). Solo cinco de ellos mantenían la convivencia en el momento de la
muerte (un 71% frente al 100% del año 2010) y todos ellos eran de nacionalidad
española.
Se trata de una violencia más invisible, silenciosa y
enmascarada. A un hombre le cuesta más admitirlo, la mayoría no es capaz de
denunciarlo y tiene que ser su entorno quien dé ese primer paso.
“La mayor parte de las denuncias que nos llegan son llamadas
de auxilio de mujeres del entorno de la víctima, la hermana, la madre o alguna
amiga. Hay muchos que lo niegan, no lo asumen y acaban viendo el maltrato como
algo normal”, explica Víctor Martínez Patón, abogado especialista en estos
casos.
El hecho de que los hombres maltratados sean pocos en
comparación con las mujeres hace que la sociedad no esté tan concienciada como
sí lo está con el drama de la violencia de género. Esto, junto al golpe a la autoestima
que supone para ellos, la falta de atención de los medios e incluso una menor
ayuda ante su tragedia, tampoco ayuda a que el hombre denuncie el maltrato. La
vergüenza se apodera de ellos.
Se interpreta como una señal de debilidad, cuestiona su virilidad
y masculinidad
“Aquí interviene el factor género, en donde socialmente al
hombre se le pide fortaleza, dinero y producción. Admitir y manifestar que está
siendo agredido por su pareja se interpreta como una señal de debilidad, que
cuestiona su virilidad y masculinidad”, explica el psicólogo Iñaki Lajud. “En
ocasiones los hombres nos han hecho comentarios del tipo: yo no fui a la
Policía porque seguro que se iban a reír de mí”, apunta Lajud.
No fui a la policía porque seguro que se iban a reír de mí
Por todos estos motivos las víctimas se muestran reticentes
a contar su historia y es su abogado quien narra sus denuncias en tercera
persona.
“Tenía un cliente que me contaba que cuando llegaba a casa
de trabajar su mujer le rompía una botella de cristal en la cabeza. Él siempre
decía que no le pegaba todos los días y que ella tenía problemas psicológicos”.
Es, sin diferencia de sexo, la justificación de una víctima ante su
maltratador.
Maltrato psicológico y físico
La historia de Rafael es solo una de las que llega hasta
este buffete de abogados especializado en maltrato masculino. Un despacho que
recibe unas 100 denuncias de este tipo al año. Patón explica que se dan más
casos de maltrato psicológico pero que -aunque a la gente le cueste creerlo-
también hay muchos físicos. “Yo he visto casos de costillas rotas, pies rotos a
golpes y caras magulladas”, explica Martínez Patón a RTVE.es.
Yo he visto casos de costillas rotas y caras magulladas
Este letrado cuenta un caso en el que la mujer finalmente
fue condenada por maltrato y en la actualidad está a punto de entrar en
prisión. Él recibía agresiones constantes. Paradójicamente era un hombre
grande, un guardia de seguridad que nunca se defendió de los golpes de su
mujer, de complexión menuda. Al principio él no quería denunciar, “pero al
final accedió”.
Finalmente el juez la condenó a un año de prisión por
agresiones físicas. “Al no querer pagar la responsabilidad civil, está a punto
de entrar en prisión. Fue una sentencia justa”, opina el abogado de la víctima.
Martínez Patón cree que hay diferencias legales cuando la
víctima es un hombre y opina que “no se trata de igual manera”. “La violencia
de género tiene una pena superior a la violencia doméstica. Las amenazas y
coacciones en caso de que la víctima sea mujer son delito y si la víctima es un
hombre se trata de una falta, lo que supone solo una multa”, pone de ejemplo
este letrado.
Hay que proteger a las víctimas, hombres incluidos
Aunque se trata de problemas con un origen diferente, Patón
considera la legislación “totalmente injusta” ya que “se protege más a la
mujer”. “No hace falta diferenciar, hay que proteger a las víctimas pero a
todas por igual, hombres incluidos”, concluye este abogado.
“Empezó a pegarle en plena calle a puñetazo limpio”
Otro de los casos que se le quedó grabado a este abogado
ocurrió hace un año. Él era un hombre español, de estatura normal y ella, una
mujer deportista muy corpulenta. De origen extranjero y muy violenta, contaba
que vino a España huyendo de la policía de su país por haber matado a dos de
sus novios. Algo que, con el paso del tiempo y los acontecimientos, su marido
acabó creyendo.
“Sufría agresiones permanentes y le llegó a partir un pie a
golpes. La última vez que la detuvieron fue porque empezó a pegarle en plena calle
a puñetazo limpio”, recuerda Patón.
Le llegó a partir un pie a golpes
Su abogado cuenta que le costó asumirlo, tardó en contarlo
porque tenía miedo de que fuera a por él. Tras muchos golpes y varias amenazas
huyó de casa y pidió una orden de alejamiento con un parte de lesiones en la
mano. “El juez que nos tocó no le dio la orden de alejamiento porque le parecía
increíble que una mujer pudiera hacer eso”, cuenta indignado el letrado.
Tras cuatro meses de infierno, se divorció. Ahora está
deprimido, de baja y necesita ayuda psicológica.
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